Tienes seguridad en línea, claves fuertes y excelentes programas, todo muy bueno. Pero ¿existen otros tipos de amenazas que podrías padecer en línea? ¿Qué pasa con el abuso, la violencia verbal y el acoso que no pueden impedir ni los firewalls ni ningún plug-in?



‘Yo pasé por la experiencia del acoso sexual, fue publicada en [un diario importante] y luego fue puesta en internet. Todo tipo de comentarios circulaban por Facebook – pasaron todo tipo de juicios sobre mí. Cosas como, “cómo puede pasarle algo así a un hombre?”, o “Esta persona jamás lo haría”. [Este es] el tipo de asesinato de la personalidad que ocurre.



‘Desde que empezamos a defender cuestiones de educación sexual… en nuestro sitio web, recibo amenazas de muerte que dicen que estamos estropeando la cultura india. Yo las ignoro, pero me pregunto si llega un momento en el que una debería darse vuelta y decir algo”.



‘Había hecho un poster de algo que tenía que ver con feminismo y un tipo empezó a discutir conmigo en línea sobre el asunto. Encontró la cuenta de mi padre en Facebook y le mandó un mensaje cuestionando su virilidad por haberle dado la vida a una ‘mangina’… Traté de hablar con él, pero me contestó con mi número [de teléfono] – yo no lo había puesto en ningún lado – y preguntó “Sabes quién soy?” Dejé de contestarle porque pensé que cuánto más lo hiciera, más se enojaría.’



La creencia generalizada es que internet es un espacio democrático donde las personas por fin son libres de vivir sin las constricciones de su vida real. Y en muchos casos esto es cierto. Internet ha permitido una comunicación e intercambio de información sin precedentes, además de brindar muchas oportunidades de experimentación con identidades fluidas, encuentro entre personas y creación de identidades alternativas. Sin embargo, lo que sucede en línea está todavía muy enraizado en el mundo no virtual, incluso los prejuicios. Como se ve en los ejemplos de las participantes, el abuso de género al que se ven enfrentadas las mujeres, las minorías sexuales y las/os activistas por los derechos de género en línea suele reflejar las experiencias del mundo no virtual.



Cuando una mujer sale a la calle, el acoso de género parece parte obligatoria de dicha experiencia. Por estar en un espacio público – espacio que no está hecho para que ella se lo apropie. La periodista inglesa Laurie Penny sostiene que “la opinión de una mujer es la minifalda de internet”. Si se considera que las mujeres que visten ropa corta en la calle “se lo buscaron” – ‘lo’ es el rango de acoso y violencia al que se pueden ver enfrentadas –, del mismo modo, parece que usar tu voz como mujer en el mundo virtual (y también en el espacio público) equivale a “pedir” o “llamar” el abuso. Tu voz tiene género, y tu género no es bienvenido.



El abuso de género en línea suele apuntar a la marca de género más visible, que es el cuerpo de la mujer. En consecuencia, las mujeres se ven enfrentadas a mucho abuso en base a imágenes, incluyendo instancias de imágenes que se ponen en circulación sin permiso, fotografías modificadas, o videografía sexual no consensuada.



En un estudio de investigación que incluye 17 entrevistas en profundidad a mujeres de todo el país, el Internet Democracy Project explora la experiencia de abuso verbal en línea de las entrevistadas y las estrategias utilizadas para lidiar con la situación. Los tipos de abuso que enfrentan las mujeres incluyen la sensación de incomodidad o inadecuación en espacios dominados por hombres, como los foros de tecnología, amenazas de violencia, amenazas contra miembros de la familia o hijos e hijas, referencias sexuales acosadoras y amenazas de violación. Estas amenazas tienen por objetivo general el de silenciar a las mujeres, decirles que están en un espacio que no es de ellas. Las estrategias que adoptan las mujeres para enfrentar estos abusos varían y dependen del grado de gravedad con que perciben el incidente. Las respuestas habituales van desde ignorar al abusador, hasta bloquearlo, pasando por la denuncia directa o, como último recurso, ir a la policía. Algunas mujeres llegan incluso a cerrar su cuenta o su página como forma de responder a las amenazas y dejan completamente de funcionar en línea.



Sin embargo, al igual que ocurre con el acoso sexual callejero, el hecho de ignorar el problema no lo hace desaparecer. Una mujer dice: “No dejes que suceda. Es tu dignidad la que está en juego. Es igual que con el acoso callejero. Caminas por la calle, alguien te silba, bajas la cabeza, caminas un poco más rápido, cruzas de vereda, te vas. Segundo día. Tercer día. Al final, el espacio de la calle en el que puedes caminar se va estrechando y estrechando, hasta que terminas fuera de la calle. Pero es tu calle. Allí, luchar contra el malo es mucho riesgo. En internet, no es tan peligroso. No hay ninguna excusa para no hacerlo”. Si bien no siempre es tan fácil como lo plantea esta mujer, la gente está luchando de maneras únicas y a menudo, en coordinación. Un ejemplo de de lucha colectiva contra el sexismo en línea es lo sucedido con la etiqueta de Twitter #MisogynyAlert, donde las personas que padecen o son testigos de un abuso sexista en Twitter pueden responderle al perpetrador en forma colectiva y ayudar a crear un ambiente en línea más equitativo al género.



Por más información sobre el trabajo de Internet Democracy Project en el área de género y abuso en línea, visita su sitio web.

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