Este artículo tiene una intención exploratoria, realzada por la voluntad de seguir cuestionando, a la vez que co-creando, esa “internet feminista” de la que comencé a oír en 2014 en el sudeste asiático con activistas de todo el mundo. De esos debates de los que me tocó participar durante el mes de agosto de 2015 en Malasia junto a otras compañeras latinas, indias, africanas, europeas, árabes.


Intento mirar a los ojos a una red que es un caleidoscopio, con decenas de ojos y formas de acercarse.


Este registro es en primera persona, no sólo por una cuestión de estilo sino también por mi exploración personal en torno a pensar una internet politizada, corporizada, cuestionada y enfrentada con nuestras reivindicaciones feministas y transfeministas. Intento mirar a los ojos a una red que es un caleidoscopio, con decenas de ojos y formas de acercarse. Esta intención se me impuso después de varias reuniones en las que participé junto a ciberactivistas feministas, ciberfeministas, comunicadoras y defensoras de derechos humanos de todo el mundo debatiendo cómo imaginamos una internet feminista.


En mi feminismo se encarna la necesidad de cuestionar muchas verdades dadas. ¿Por qué el acercamiento a la tecnología – el de las mujeres y personas de la disidencia sexual – es tardío? ¿Le hacemos preguntas a la web cuando la usamos? ¿Cuáles son sus máscaras, o qué esconde? ¿Cómo podemos amplificar nuestra identidad en la red hasta salirnos de lo previsible? ¿De qué manera traducir, usar palabras claras, compartir ese conocimiento que pareciera relegado a mentes privilegiadas?


Un buen ejercicio para responder estas cuestiones es buscar respuestas en las prácticas. Tanto las propias como las ajenas y hacerlo de manera interseccional: teniendo en cuenta mi clase social, mi origen, mi edad, mi recorrido, mis antecedente étnico-raciales y mi orientación sexual. En esta realidad intento pensar las condiciones de recepción también diversas acerca de lo que escribo. No dar nada sobreentendido, abrir el código, usar un lenguaje asequible a todas las personas. En mi caso, el impulso de divulgar temáticas que no son fácilmente legibles.


Para llevar adelante un proyecto así, hace unos meses puse en movimiento un ejercicio escrito a muchas manos. Me propuse que no fuera sólo por escrito sino también expresado a través de la mayor cantidad de recursos posibles: podcasts, diseño, animaciones, audiovisuales, poesía, performances, talleres de seguridad digital. Hasta el momento he compartido conocimiento, reflexiones y deseos de construir una internet más participativa con ciberfeministas de Honduras, Argentina, México y Bolivia. Colaboro en el Libres Locas Lab, una columna escrita y grabada que intenta salirse de las pantallas y llegar a los foros de discusión, los talleres con activistas y las presentaciones en eventos trans fem hacks.


La idea es seguir enredando debates, pendrives, violencias, sexualidad, deseos libertarios, identidades múltiples y correos cifrados. Seguir en constante gimnasia de perforar la superficial relación con la tecnología, el cuerpo y las herramientas digitales (aplicaciones, plataformas, hardwares, softwares). ¿Qué es internet? ¿Qué significa el feminismo? ¿Cómo politizamos nuestra relación con las tecnologías? De ahora en adelante, indagamos juntas.


Más generosa y política - menos ostentosa


Hasta aquí y en base al recorrido personal en los debates ciberfeministas, me animo a arriesgarme a pensar que partimos de la base de que una internet feminista se construye colectivamente, habilitando las resistencias, las preguntas incómodas (y necesarias). Pensar una internet feminista también provoca la desnaturalización de las herramientas que nos rodean y usamos, que se vuelven prótesis de nuestro conocer el mundo pero que también nos invitan a abrirlas, desatornillarlas, mirarlas por dentro.


Por eso, y para tejer las respuestas de manera conjunta, me acerqué a colegas, activistas, “movedoras de pisos”, para relatar desde muy diversas áreas del arte, la cultura y el activismo las formas de involucrarse con la tecnología de manera creativa y provocadora. Desde las radios libres, los zines, los festivales o femhacks autogestionados, el activismo combina arte y tecnología, se ofrece a de-construir y reconstruir la tecnología.


bruna z es una radialista brasilera que trabaja con software libre y brinda talleres de periodismo con perspectiva feminista. Desde el interior de San Pablo y en forma colectiva llevó adelante una radio libre feminista, comunitaria y sin fines de lucro (que al día de hoy sufre persecuciones judiciales por haber transmitido sin habilitación). bruna cree que una forma creativa y provocadora de usar las tecnologías en función de la participación de las mujeres y las personas trans involucra “muchos frentes de acción”. Esto significa “usar las tecnologías existentes para fortalecer grupos, pero también ir investigando y hackeando esas tecnologías. No determinar que la tecnología es una cosa pronta, dada, estancada. O que es algo en que no nos podemos meter, o que tienes que ser un técnico o tener un diploma o un posgrado. Es todo nuestro para ser usado. Está ahí para fortalecer grupos y encontrar una armonía en la que las personas puedan vivir. No se trata de una armonía pasiva sino que se debe conseguir juntar, lo que es una dificultad hoy, las varias interseccionalidades del feminismo. En Brasil eso está muy presente y a veces termina distanciando a las personas. Se trata de hackear las cosas en el sentido de involucrarse y darle sentido propio, entender para qué están hechas y cuál es su funcionalidad, subvertir, aprender y crear nuevas, en fin: hacer programas de radio y de televisión libres”.



Acerca de si alguna vez imaginó una internet feminista, bruna z respondió: “Estoy pensando si internet podría ser más feminista, en el sentido de que internet aún no cambió nuestra manera de hacer política, la micropolítica. Inclusive... parece que sólo acaba ayudando a incentivar cosas malas, discurso de odio y prejuicios, segregación en lugar de ser un lugar de consulta pública, de participación de política pública, en relación a las mujeres y los derechos humanos. En eso está totalmente subutilizada. Solamente se la utiliza como una herramienta de potencia electoral, sólo para elegir a alguien”.


La única manera que imagino es la de tensionar esas relaciones no sólo a partir de la apropiación de las tecnologías en el sentido de hackear y hacer diferente, si no también ocupar esos espacios y crear nuevas tecnologías a partir de nuevos puntos de vista feministas.


Pese al formato conservador que bruna denuncia, sí consigue imaginar una internet feminista. “Una internet feminista es una internet hecha por mujeres. Llega un punto en que se transforma en un ambiente tan hostil y tan funcionalista en el sentido de mantener todo lo que ya viene de ese dominio de hombres blancos de corbata que tienen mucho poder y que a partir de ese poder acaban tragando a un montón de gente (a las feministas inclusive) y a las demandas que no atienden las relaciones de poder. Por eso la única manera que imagino es la de tensionar esas relaciones no sólo a partir de la apropiación de las tecnologías en el sentido de hackear y hacer diferente, si no también ocupar esos espacios y crear nuevas tecnologías a partir de nuevos puntos de vista feministas”. No es que necesiten ser mujeres cis, si no que sean otras personas intentando crear otras lógicas alternativas viables.


Geisa Santos es una de las mujeres más activas del Raúl Hacker Space, un espacio para las tecnologías libres en Salvador de Bahia. Pero además de militar en este espacio, Geisa es impulsora de Editatonas de Wikipedia y espacios de formación para jóvenes programadoras como Rail Girls y Pyladies, entre otros. “Trabajo actualmente con varias iniciativas de programación para mujeres porque es una necesidad que sentí. Comencé en función de que la tecnología fuese abrazada por las mujeres y que ellas se sintieran insertas en ese contexto tecnológico, porque la tecnología está para todo el mundo pero infelizmente para las mujeres no tanto. Hago algunas actividades para adolescentes y ha sido una experiencia muy buena haber trabajado con chicas que tienen de 12 a 25 años. Es genial cuando muestro cómo la tecnología puede ser utilizada en su día a día ”.


En la TV ellas no se ven reflejadas porque no hay nadie haciendo contenido para ellas ni invitándolas a estar allí también. Es en internet donde pueden crear ese espacio”.


Desde la visión de Geisa no sólo se trata de crear un sitio, si no de mostrarles a las jóvenes que pueden solucionar sus problemas cotidianos o estimular la creatividad, ya sea: “creando un blog para hablar de literatura, que cada chica consiga colocar en ese blog los efectos que ella quiere y que pueda jugar con el diseño. Entonces uso muchas herramientas de software libre para que ellas puedan aprender cómo colocar una marca o un efecto en una imagen. Aparecen cosas bien interesantes. Una de ellas comenzó a hacer un canal de video y a observar cómo era que las personas miraban su video y cómo ella podía mejorarlo, colocar efectos, mejorar el audio o separar el audio del video y cosas similares. Otra joven comenzó a hacer poesía. Solía escribir poesía antes sólo en cuadernos o en textos y comenzó a desarrollar esta escritura en internet. Comencé a mostrarle artistas que hacen poesía y arte dentro de la tecnología también. Ella comenzó a hacer un collage, como si fuesen afiches de pegatina callejeros y de reciclaje. Al colocarlo en el colegio y recibir feedback, las chicas comienzan a tener contacto y recibir comentarios de las personas. Claro que hay personas maliciosas, pero la mayoría siempre está apoyando y esa es una forma muy buena de aumentar su autoestima. Y ellas comienzan a verse en estos canales, porque usan mucho la web y la televisión. Pero en la TV ellas no se ven reflejadas porque no hay nadie haciendo contenido para ellas ni invitándolas a estar allí también. Es en internet donde pueden crear ese espacio”.


Acerca de la importancia de ver por detrás de la trama, Geisa ejemplifica señalando que “una de las actividades que creé es para que entiendan bien cómo es que funciona la programación, porque muchas de esas chicas que participan nunca tuvieron acceso a ver cómo funciona el código, entonces comienzan a cliquear en el código fuente de esa página y ven cómo es que eso funciona. Y una forma muy buena en la que conseguí que todo funcionara fue a través de los juegos, cómo es que la programación funciona. Primero, para que ellas entiendan la lógica de la programación, invité a las alumnas a que entiendan cómo funciona el algoritmo. Que comprendieran que cuando se tiene un algoritmo es como tener una receta y comencé a explicar el paso a paso y a conectarlo con lo real”.


Los ejemplos que utiliza esta activista se relacionan con la vida diaria de las participantes. “Dedico un tiempo a investigar qué es lo que están mirando en la TV, leyendo o escuchando porque por ahí pasa la necesidad. Y a las chicas les gustaron bastante los juegos y acabaron viendo que ellas también podían disfrutarlo y cuestionarse eso de que 'aquel juego es sólo de chicos', y a percibir que en realidad la publicidad lo vende así. Una publicidad sólo le habla a un público específico pero cuando comenzaron a jugar y ver que el espadachín o el héroe es un juego que ellas también podían disfrutar, o del que efectivamente disfrutaron, ahí es cuando comenzamos a quebrar esos mitos”.



Hágala usted misma (una internet feminista)


Internet ha sido un trampolín para que muchas personas exploremos acerca de diversas identidades sexuales, derechos a la salud sexual y reproductiva. También lo es para que a partir de herramientas libres, gratuitas y de fácil acceso nos animemos a construir narrativas propias que cuestionen el deseo y su usual representación. La inspiración del pos-porno en internet, por ejemplo, puede convertirse en una “usina productora de nuevas narrativas del placer”, define la investigadora Laura Milano.


Lucía Egaña, más conocida como @lucysombra, es una investigadora feminista, escritora y artista. Lleva años explorando la relación del cuerpo, la sexualidad y las tecnologías desde perspectivas poco exploradas (o al menos no tan difundidas hasta el momento). Aunque a ella le gustarían menos definiciones y que accedamos a su perfil multifácetico a través de fragmentos más poéticos que lineales, a continuación comparte aquellos usos que encuentra feministas en internet.



La conversación se centró en internet y la manera en la cual cuerpos e identidades se desdoblan fuera de lo previsible y nos obligan a pensarnos. Nos dan la oportunidad de acercarnos a otros feminismos, como los trans-feminismos que, de la mano de las nuevas tecnologías, exploran la multiplicidad de deseos y la indefinición creativa de las prácticas sexuales.


“En el contexto de la producción de pornografía u otros tipos de pornografía, como en mi experiencia personal del festival Muestra Marrana, que es una experiencia muy concreta, ha sido bien interesante esta convocatoria de videos Do it yourself. En esta sección no se piden criterios de calidad ni de formato. Las personas participantes antes de plantear un tema, plantean cómo hacerlo: te preguntan cómo pueden editar, o que tienen un sistema operativo X. Mucha gente empieza a editar su video con software libre (una cosa bien gratificante, en verdad). Los videos tienen que tener licencias libres; no es una condición pero sí es muy engorroso entregar en nuestro festival un video con copyright. Entonces lo más fácil es ponerle una licencia libre y a partir de ahí se abre una especie de tráfico con músicas con licencias libres, un circuito de producción audiovisual que es un poco distinto al normal y que fomenta una manera de trabajar en que la gente está con sus cuerpos y con sus máquinas más básicas. Muchos videos se hacen con teléfonos celulares que todo el mundo tiene y que se editan con computadoras que no son muy buenas. Creo que las prácticas feministas pueden causar mucho impacto, temas narrados desde la experiencia personal pero que tienen la capacidad de resonar colectivamente. Temas que tienen que ver con el cuerpo y la sexualidad son claves en este momento. Son experiencias que tenemos todas de sexualidades opresivas y de sistemas que nos enseñan muy concretamente cómo tenemos que ser y cómo tenemos que hacer. Entonces toda la deconstrucción de ese sistema de normas tiene resonancia para todas las personas, aunque sean dados por sistemas personales. En el ámbito del festival y los materiales que recibimos, las personas trabajan con su propio cuerpo y con el cuerpo de dos amigas o el amigo que está ahí - es una cosa muy casera”.


Y continuó: “No sé si tienen el componente de viralidad porque son materiales que online son muy difíciles de situar. Es difícil meterlo a las redes por tratarse de un material sensible para el sistema de redes que hay ahora. Por otro lado, los servidores mas autónomos no tienen esa capacidad tan viral como las plataformas comerciales, entonces ahí hay un problema. Pero sí creo que es un ejercicio muy importante, con impacto, aunque sea en un nivel micropolítico que alguien empiece a hacer un video y que alguien empiece a hacer un video con su cuerpo aún más. Cuando pienso en el impacto, intento buscar ejemplos macropolíticos o gigantes, cuando en realidad las maneras de impactar pueden ser en vidas concretas, en experiencias. Creo que se altera tu experiencia con las máquinas, con la tecnología y con los medios que tenemos en nuestro momento como prótesis”.


Por último, Lucía cree que para tener una internet feminista sería necesario un equilibrio de tipo ecológico. De momento le gustaría que fuese un espacio de más seguridad y más cuidado, un espacio más cuidado de la explotación y producción de contenidos. “O sea, tú quieres divulgar una información y la publicas mil veces pero no hay un cuidado de la ecología, que ya no es de la electricidad que se gasta si no de la ecología de la imagen. Si ves 500 mil imágenes, ninguna tiene valor sobre otra, se sobreproduce contenido, nadie accede a los contenidos de manera muy consciente. Ese me parece un problema ecológico”.


Anamhoo es originaria de México y pertenece al colectivo Acción Directa Autogestiva (ADA). Sobre las formas creativas de la tecnología desde el feminismo, considera que las feministas “nos involucramos de manera bastante práctica y creativa” y trae a colación la historia de Berta, la abuela bloguera. “Recuerdo que decía que no sabía usar muchas cosas hasta que le enseñaron a usar bitácoras y ahí se dio cuenta que podía contar un montón de cosas que en su época no podían contarse y se volvió una persona que comenzó a hacer blogs contando historias. Desde que las mujeres comienzan a tener las tecnologías en sus manos, empiezan a ver para qué les es útil. Allí descubren que hay una y mil formas para poder decir que tienen voz, para poder transmitir imágenes, o poder mantenerse en red”.


En los contextos en los que trabaja Anamhoo, se ve la urgente necesidad de comunicar debido a que “hay muchas resistencias y miedos para poder terminar de explorar toda esta capacidad que se tiene y que se intuye. Entonces hay que animar a las mujeres a terminar de desarrollar sus ideas. Esto tiene que ver con cómo a las mujeres nos llega la tecnología. Creo que la parte más creativa tiene que ver con poder transmitir mensajes desde el lesbianismo o desde el feminismo. Como también trabajo con mujeres de resistencias contra grandes mega proyectos, se trata de contar su lucha, decir qué es lo que ocurre y también lograr la comunicación entre ellas, en la resistencia. Tal vez es que en este contexto no hay tanta transferencia tecnológica. No nos llegan juguetes ni nuevas herramientas porque la ciudad en la que estoy es bastante conservadora. Tampoco hay tantas mujeres que hayan conseguido tener estudios en electrónica o en computación que se integren en espacios alternativos para hacer transferencia de conocimiento. Siento que es una etapa muy inicial en comparación con otros espacios”.


Sobre usos creativos, Anamhoo – que también es formadora en talleres de herramientas de software libre – sostiene que los posibles usos de las radios en línea son súper creativos “y cada vez más migrando a software libre, más experimental. Una vez que tienen esta capacidad de empezar a hacer radio, las mujeres no paran”.



Hasta aquí el recorrido por las voces de algunas representantes del movimiento activo de ciberfeministas. Ellas, a su manera, desafían, cuestionan y ponen patas para arriba las estructuras de poder. Nos toca a todxs seguir el debate, deconstruirla, pelarla como una cebolla y caminar juntas hacia un mundo de bits y de carne y hueso con mayores oportunidades y justicia en todas sus formas.


Este artículo fue escrito entre el aeropuerto y aviones que sobrevolaron El Salvador, Guatemala, Nicaragua, San Pablo y Panamá. Los videos fueron editados con software libre, afán de conocimiento, impaciencia, precariedades, orientaciones de Lucía Egaña, desfazajes de sonido, traducciones caseras y más que nada: extraordinarias participaciones de compañeras solidarias que llenaron mi presente de (más) apasionantes preguntas.

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