Las mujeres son extranamente invisibles en la historia de las computadoras y de la Internet. A pesar de que muchos conocen el nombre de Ada Byron, condesa Lovelace, pocos saben el enorme significado que sus cálculos matemáticos tuvieron para el desarrollo de las técnicas que hicieron posible el nacimiento de nuestras modernas computadoras. Ada, única hija del poeta Lord Byron, creció entre matemáticos y filósofos. Su madre, Annabella, era llamada por el poeta "la princesa de los paralelogramos". Su amistad con el ingeniero Charles Babbage, que era el niño mimado de la sociedad victoriana, la llevo a trabajar íntimamente ligada a su proyecto, "The Analytical Engine", una gigantesca máquina de calcular que junto con los principios aplicados por Jaquard a los telares harían posible la repetición de complejas operaciones. Ada Lovelace fue la única en entender la complejidad y dificultades del proyecto, que hicieron imposible la construcción de la máquina.


En el siglo XX fue otra mujer, Grace Hopper, la que impulsó el conocimiento y el desarrollo de nuevas teorías que posibilitaron la construcción de las primeras computadoras comerciales, Enac y Univac. Sus logros en el campo de la informática la hicieron acreedora al título de almirante y a la medalla al mérito científico. Pero estas luminarias de la invención han pasado mayormente desapercibidas y hoy son sólo conocidas por científicos o investigadores. La historia de la World Wide Web es la historia de sus figuras de primer orden, pero raramente de sus estructuras, del trabajo de compilación hacia atrás que hace de la Web un uso más avanzado de la imprenta de Gutemberg y de la invención de Xerox que posibilitó la multiplicación de la información.


Sin embargo la técnica detrás de la explosión de la Web es sencilla, casi tanto como el uso de los electrodomésticos que pertenecen casi sin excepciones al mundo de lo femenino. La resistencia de muchas mujeres a relacionarse con las computadoras pertenece más al plano de lo simbólico que de lo real. Los miedos y dificultades que una mujer encuentra en su primer encuentro con un ordenador personal vienen de lejos, tienen que ver con el velo de misterio y la atmósfera de respeto casi religioso que rodea las computadoras. Las mujeres que trabajan en las oficinas como secretarias utilizan la máquina casi exclusivamente como una máquina de escribir, y se resisten a aprender a usar programas o aplicaciones que no son "útiles". La norma en el uso de las computadoras parece estar relacionada con los roles sexuales y de género. Las mujeres se preguntan ante una máquina nueva: ¿de qué me sirve? ¿Qué uso tiene? Los hombres, que parecen estar más cerca de lo lúdico, dicen: ¡qué bonita máquina! ¡Cuántos botones para apretar! ¡A ver qué pasa si abro aquí!


El proceso de aprendizaje y de diferenciación del conocimiento entre un conocimiento "útil" y un conocimiento de otro tipo, más especulativo, viene de lejos, desde el Renacimiento. Allí se dividieron los artistas y los artesanos, las hermandades medievales fueron sustituidas por los profesionales y especialistas modernos, que de la mano de las máquinas sentarían las bases de la Revolución Industrial.


El comienzo de la World Wide Web, diseñada por Tim Berner Lee, hizo posible a usuarios sin conocimiento de informática acceder a la Internet y diseñar páginas personales y bases de datos. El lenguaje HTML es simplemente una forma avanzada de diseño gráfico y ha permitido a muchos diseñadores tradicionales el acceso a las nuevas tecnologías.


La presencia de la mujer en la web ha pasado por varias etapas. En el año 1994 eran pocas las mujeres que se atrevían a aventurarse en ese espacio que parecía reservado para adolescentes o para ingenieros.


Algunas excepciones se hicieron famosas, como la doctora Neotopia, Libby Hubbard, que inventó una religión que combinaba la web con el feminismo y de la que ella decía ser el Mesías. La combinación de pacifismo, ecología y sexismo separatista le crearon tanto discípulos como enemigos. Su controversia con la revista Mondo 2000, a la que acusó de censurar sus artículos, ha sido recogida por decenas de publicaciones.


O Ester Dyson, que pertenece a la directiva de la Electronic Frontier Foundation y que con su boletín Release 1.0 y su libro Release 2.0, le ha dado un rostro a las mujeres como empresarias. Dyson, que ha sido consejera tanto de Boris Yeltsin como de Bill Clinton, ha invertido gran cantidad de dinero en las llamadas "joint ventures", empresas de capital mixto y exentas de impuestos, que están de a poco cambiando la infraestructura de los países del Este.


Pero el campo más abierto a las mujeres en estos momentos es el campo del activismo político o social. Las mujeres detrás de Women.Net o de Cybergirrrl han conseguido establecerse como alternativas serias a la industria de las noticias y sus agencias como Women.News y Femina, una herramienta de búsqueda dedicada a los recursos para la mujer en la web, están generando importantes entradas de dinero para sus fundadoras.


El sistema cooperativo o colectivo de estos grupos es favorecido por la estructura no jerárquica de la red, que permite a grupos marginales aumentar su capacidad de discurso. En América Latina, con un feminismo recién nacido y amenazado por estructuras patriarcales y anticuadas, la web se ha convertido en un motor indispensable para las comunicaciones. Listas de correo, boletines como la Red va y decenas de revistas electrónicas son foros de comunicación electrónica para grupos de escasos recursos económicos.


Las amenazas a la presencia de la mujer en la red vienen en este momento, paradójicamente, de las revistas del corazón y de las empresas comerciales que han visto el gran potencial de la mujer como consumidora. Las revistas Elle, Vogue, Abitare, Martha Stewarts Living y muchas otras, han descubierto que gran cantidad de sus lectoras potenciales están conectadas a la Internet y han lanzado importantes campanas para aumentar el número de sus suscriptoras. La televisión y la industria del sexo tampoco han tardado en descubrir que los culebrones y las mujeres sin ropa venden tanto en la web como en la pantalla y hoy en día los ingresos por anuncios en la web están alcanzando los mismos volúmenes de los anuncios de los periódicos o de las series transmitidas por las cadenas.


Revistas como Playboy o Hustler tienen decenas de miles de visitas semanales, que pagan con gusto entre diez y quince dólares por guardar en su computadora fotos o videos de contenido sexual explícito.


Las mujeres se enfrentan hoy a grandes desafíos: el manejo y el uso de las nuevas tecnologías no alcanza en sí mismo para modificar las estructuras del poder ni de la dominación, pero si va de la mano de la participación de las mujeres en los grupos que generan contenido para la web, se puede transformar en un poderosa herramienta de cambio social y político.


Ana Luisa Valdés ( agora AT algonet.se ) - antropóloga, escritora y periodista - hace un análisis de la invisibilidad de las mujeres en internet y recuerda algunas activistas, técnicas y investigadoras que tuvieran un rol central en la construcción de la red mundial que conocemos hoy.


Bibliografía:


Sandy Stone "The War of Desire and Technology at the End of Time"


Sherry Turkle: "Life On Screen"


William J. Mitchell: "City of Bits"


Sadie Plant: "Zeros and Ones"


URL de interés:


http://www.cybergrrl.com/planet/biz/index.html


http://www.girltech.com


http://www.ai.mit.edu/people/ellens/Gender/wom_and_min.html


http://www.algonet.se/~agora/ada


http://women.com

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