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En 2001 mientras trabajaba en Agenda, un revista académica feminista sudafricana, produjimos una edición titulada “Globalización: desafíos del discurso predominante”. La revista problematizaba la realpolitik de un sistema económico neoliberal global caracterizado por el endeudamiento de los países en desarrollo, el crecimiento del mercado y las consecuencias devastadoras de las políticas de ajuste estructural para las mujeres del Sur global.



Recuerdo largas horas de debate sobre la explotación del trabajo productivo y reproductivo de las mujeres para alimentar el mercado, la apropiación, despolitización e institucionalización del “género” en el FMI y el Banco Mundial y la reducción de los derechos ciudadanos de las mujeres.



Se me quedó grabada una cita de Vivienne Taylor, de DAWN – Development Alternatives with Women for a New Era , colaboradora de la edición – que decía: “En esta era de la globalización ha habido más reglas, normas, políticas e instituciones para la apertura de los mercados mundiales que para las personas y sus derechos”.



Así fue que con una sensación de déjà vu me senté en el auditorio del Palacio de Congresos Halic donde tuvo lugar el Foro de AWID 2012 para escuchar a activistas, economistas y académicas feministas analizar el tema del foro “Transformando el poder económico para avanzar los derechos de las mujeres y la justicia”.



Once años después de trabajar el tema de la globalización en Agenda, aquí estábamos reflexionando sobre lo que parecían ser las mismas preocupaciones. Pero hubo una enorme diferencia. En el ínterin, internet y las TIC se tornaron fundamentales para la manera en que vivimos, trabajamos, jugamos y amamos.



Fui a todas las sesiones en profundidad del grupo temático “Hacia un cambio de la geopolítica mundial y la gobernabilidad global: para entender las tendencias y actores y cómo repercuten sobre los derechos de las mujeres”. Durante las seis sesiones casi todas las oradoras plantearon tres conceptos clave en diferentes formas: conocimiento, corporaciones y derechos humanos.



Estos tres conceptos son también fundamentales para nuestros derechos en internet y nuestro trabajo a favor de los derechos de las mujeres. Ya sea que estemos hablando de acceso y control de los recursos, propiedad intelectual, representación y contenido, seguridad y protección, privacidad y placer… todas estos temas están enrabados con nociones de quiénes son los dueños del conocimiento, tienen que ver con nuestra capacidad de realizar nuestros derechos humanos y cada vez se ven afectados por el poder de las corporaciones.



Vivimos en un mundo donde el conocimiento se ha convertido en un recurso de primera línea y donde se les da prioridad a los regímenes de propiedad intelectual y las patentes por sobre el acceso a medicamentos vitales y a la información.



El sueño de una internet liberadora, como un gran nivelador que nos abriría a nuevos espacios, ideas y personas, se desvanece rápidamente mientras se multiplican los acuerdos bilaterales que deciden quién posee qué, cuándo, dónde, cómo y por qué; quién tiene el derecho a hablar sobre qué y a quién.



Al igual que todos los recursos anteriores, el conocimiento se ha mercantilizado . Parte de nuestra lucha contra esta mercantilización tiene que ver con nuestra propia capacidad de documentar, conservar y difundir nuestras propias historias y vidas . Llevamos este conocimiento en nuestros diarios, en nuestros cuerpos, en las fotografías que miramos, en las notas que compartimos y en los correos electrónicos largos y divagantes.



Algunas de nosotras compartimos estas historias en Facebook, YouTube y otros espacios donde estamos presentes y nos etiquetamos unas a otras para poder leer una nota, comentar una foto, añadir un recuerdo a una marcha, una protesta, una celebración. El hilo de los comentarios entreteje nuestra historia y nuestros relatos.



Trabajamos en colaboración usando herramientas como Google Docs, compartimos capítulos de libros, conseguimos aportes, elaboramos informes y desarrollamos ideas brillantes en las que trabajamos juntas traspasando las fronteras de países y regiones.



En este proceso enviamos detalles sobre nuestras vidas, incluyendo nuestra identidad, bienes, relaciones, movimientos y preferencias en manos de las corporaciones que controlan estos espacios. De esta manera nos convertimos en parte de la producción de los mismos recursos que les dan su poder e influencia. Nos volvemos no sólo el mercado para los recursos, sino que somos el recurso mismo.



Aplicando la pregunta de Taylor a este contexto: ¿Conocemos las reglas, normas y políticas que gobiernan nuestro involucramiento con las demás personas en estos espacios? ¿A quién acudimos cuando se violan nuestros derechos y nos tratan como recursos y no como ciudadanas? En su contribución a esta edición de GenderIT.org que se presentó inicialmente en el Foro de AWID, Jac sm Kee explora internet como un recurso público de gobernanza mundial y pregunta: “Si a los estados se les diera el papel preponderante, entonces, ¿qué tipo de internet tendríamos? Si no fuera así, ¿qué podemos hacer para que las gigantescas corporaciones multinacionales rindan cuentas? ¿Y dónde estaríamos paradas las mujeres, en toda nuestra diversidad?”



Por supuesto que sería un error creer que somos usuarias pasivas, ciegas ante la seducción de las corporaciones malvadas y de nuestros gobiernos gran hermano y paternalistas. Como agentes activas en la producción de conocimiento y usuarias de las plataformas que criticamos, ¿qué implicaciones tienen nuestras acciones al apoyar a un sistema que ha monetizado nuestras relaciones, redes y comunicaciones con fines de lucro? Dafne Plou encara esta cuestión al informar sobre el panel en AWID del PARM de APC sobre privacidad y placer y hace la pregunta cuya respuesta la mayoría de nosotras conocemos muy bien: “¿Alguna vez espiaste a tu ex en Facebook?”



Varias contribuciones de Erika Smith en la edición en inglés exploran el poder y las oportunidades que presenta internet para la organización de las mujeres, reforzando su condición de bien público mundial. Informa sobre cómo Harassmap (“mapa del acoso”) logra vincular su activismo en línea y fuera de ella a través de la creación de comunidades de personas que están respondiendo al acoso callejero en Egipto y, entre otros aportes, nos cuenta sobre un taller que analiza el diseño de información para la incidencia de las mujeres .



Esta edición de GenderIT.org ubica de lleno la política de tecnología feminista dentro de los debates más amplios en torno a la justicia económica y los derechos de las mujeres que el Foro de AWID puso de relieve. Se problematiza la noción de “servicios gratuitos”, las relaciones entre las corporaciones privadas y los gobiernos y su responsabilidad hacia sus ciudadanas/os y centraliza las experiencias de las activistas por los derechos de las mujeres en la nueva gobernanza mundial de internet.



La edición en español ofrece varias conversaciones feministas inspiradas en el Foro de AWID que tratan sobre economía feminista, privacidad, fundamentalismos religiosos , acceso a los bienes culturales , además de una entrevista realizada por Dafne Sabanes Plou a una integrante de la Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez de México en la que conversan sobre las preocupaciones en torno a la seguridad digital, la violencia de género y los derechos a la comunicación de las mujeres.



Los aportes nos recuerdan que a pesar del a menudo abrumador alcance y codicia del paradigma neoliberal que nos toca vivir, las oportunidades que presenta una internet abierta siguen siendo una de las pocas maneras en que podemos no sólo imaginar un mundo justo e igualitario, sino también a través del que se puede construir la solidaridad, las conexiones y las acciones para hacerlo posible.



Pero si las mujeres no se sientan a la mesa donde los gobiernos y las corporaciones toman las decisiones relativas a la gobernanza de internet, estarán en el menú, según lo dicho por una de las conferencistas en el último día.



Foto por AWID Usada con permiso.

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