Uno de los datos interesantes que surgen en un primer diagnóstico sobre el acercamiento de las mujeres rurales a las tecnologías de la información y la comunicación fue que aquellas que participaban habitualmente en alguna organización de mujeres mostraron una mayor apertura a la tecnología que las que nunca habían participado en organización alguna.


La computadora, la comunicación electrónica e Internet les eran absolutamente desconocidas a muchas de las 215 mujeres rurales que tanto en México, como en otros cuatro países de América Latina, recibieron las capacitaciones con el modelo creado por Modemmujer para ser introducidas en el uso estratégico de las tecnologías de la información y la comunicación. Pero aquellas que contaban con experiencia de participación en organizaciones de mujeres, aunque nunca hubieran visto una computadora, tenían una disposición y una apertura al aprendizaje de nuevos conocimientos del que carecía el resto.


El activismo en grupos y organizaciones de mujeres locales o comunitarios, cualquiera fuera su índole, las había preparado para obtener conocimientos nuevos y para abrirse a nuevas ideas y debates. Esta participación, sin duda, había propiciado la disposición a acercarse a la tecnología con menos reparos y con más audacia y decisión.


¿Será, entonces, que conviene enfatizar las capacitaciones con grupos de mujeres rurales que ya estén organizados? El desafío seguramente es otro: alentar a las compañeras a organizarse. Es en sus organizaciones donde las mujeres encuentran posibilidades para el crecimiento y para enriquecer su visión del mundo.

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