Aquí vamos otra vez. El 13 de junio el gobierno indio bloqueó 39 sitios web que permiten a los/as usuarios/as compartir pornografía, entre otros contenidos. (1) Yo no estoy en contra de la pornografía, pero aunque lo estuviera, esto no tiene sentido. Los/as usuarios/as de internet pueden ver o compartir pornografía fácilmente en millones de otros sitios web, por lo que ¿qué se pretende lograr con una acción tan aleatoria? Y fue realmente al azar, no tenemos idea de por qué se eligieron esos sitios en particular. ¿Será porque contienen pornografía infantil, que es ilegal ver? No lo sabemos. ¿Es porque alguien se quejó? Si es así, ¿de qué? No lo sabemos. ¿Es porque estos sitios contienen algo que podría causar daño? Si es así, ¿qué daños? No lo sabemos. Nadie dice nada.



Esta noticia resonó con más fuerza cuando reflexionaba sobre la encuesta de monitoreo global de APC EROTICS que se llevó a cabo por primera vez en India este año. Al explorar cómo los/as activistas de los derechos sexuales utilizan internet en su trabajo, la encuesta incluye preguntas sobre censura, monitoreo, bloqueo y filtrado de contenidos en línea sobre sexo y sexualidad.



De los/as 19 activistas que respondieron a la encuesta, la mayoría dijo que es más probable que el gobierno indio restrinja contenidos en línea “políticos” que “sexuales” – y es muy probable que tome medidas drásticas contra cualquier contenido que pueda catalogarse como “anti-nacional” o “anti-gobierno”. Eso es cierto. En los últimos tiempos, el estado indio ha estado particularmente susceptible. El ejemplo más reciente: en 2012, el sitio web “Caricaturas contra la corrupción” del caricaturista político Aseem Trivedi fue bloqueado, mientras que él fue acusado de sedición y enviado a la cárcel. (2)



La tendencia a restringir contenidos políticos en línea es particularmente evidente en Cachemira, donde el conflicto político que ya lleva varias décadas se ha convertido en parte de la vida cotidiana. En 2009, se prohibieron durante algunos días los mensajes de texto pospagos en teléfonos móviles. En 2010, los administradores de Facebook fueron detenidos para evitar el intercambio de información y la movilización a través de las redes sociales durante un toque de queda de cinco días que se decretó a raíz de las protestas callejeras. (3) En 2012, se suspendieron durante un día los servicios de internet y teléfonos celulares, después de que apareciera en YouTube un video que criticaba ciertas prácticas islámicas. (4)



Hasta ahora no ha habido muchos casos en los que el gobierno indio haya bloqueado contenidos sexuales. El caso más conocido: el bloqueo de savitabhabhi.com en 2009. (5) El sitio seguía – de nuevo en forma animada – las andanzas sexuales de Savita Bhabhi, cuyos deseos desenfrenados excitaban tanto a hombres como a mujeres que visitaban el sitio. No entiendo cómo esto podría representar algún tipo de peligro ya que se trataba de sexo consentido. Solo puedo suponer que la idea del deseo sexual femenino es tan ajena a los políticos que no pudieron manejar su representación, incluso en forma de animaciones. Solución: desactivar el acceso. Desconectar el sitio. Otra acción fortuita que no tiene sentido.



Volviendo a la encuesta, los/as activistas por los derechos sexuales dijeron que la pornografía infantil y contenidos que incluyan palabras como “sexo”, “pecho”, “pene” o “contenido obsceno”, incluyendo imágenes sexuales y pornográficas, son los que más chances tienen de ser regulados dentro del gran espectro de contenido sexual en línea. Menos probable que sean regulados: contenido referido a anticoncepción y aborto. A medio camino: contenido LGBTI. La mayoría coincidió en que el gobierno generalmente alude a “medidas antiterroristas y seguridad” como la razón principal para regular contenido (que va de la mano con la regulación de contenido político), mientras que la siguiente razón que se da es “decencia pública y mantener la moral). Los/as encuestados/as también manifestaron que es menos probable que el gobierno indio exprese las siguientes razones para regular los contenidos en línea: mantener el orden público, prevenir la blasfemia, el insulto o la difamación religiosa, proteger la cultura, la tradición, las mujeres o la infancia.



Por mucho tiempo los/as activistas por los derechos en internet de India han lamentado la falta de transparencia en torno a la regulación de la red – los/as encuestados/as estuvieron de acuerdo con esto. La mayoría dijo que aunque en India tenemos leyes específicas en este sentido, no queda claro qué constituye “contenido ilícito”, qué procesos legales y judiciales existen para denunciar el acoso cibernético y sobre qué bases se establecen los filtros y bloqueos. Los/as encuestados/as también clasificaron al gobierno como el principal regulador de internet o formulador de políticas, seguido por las empresas de redes sociales populares como Google, Facebook y Twitter, seguidas por los proveedores de servicios de internet. A falta de más detalles, no entiendo por qué se considera que las empresas de redes sociales son formuladoras de políticas clave en el espacio más amplio de internet: ¿es a causa de su tamaño? ¿Su escala? ¿Se debe a que se utilizan tan ampliamente tanto para el activismo como para asuntos personales? ¿O a que permiten a los/as usuarios/as regular contenidos “ofensivos” o “perjudiciales”? ¿Será que se considera que tienen más influencia en la política de la que realmente tienen? Esto requiere un análisis más profundo.



En cuanto al uso real de internet, la mayoría de los/as activistas de derechos sexuales dijeron que su trabajo sería imposible o difícil de hacer sin internet, y consideran que internet es “un importante espacio público para el avance de los derechos sexuales”. Esto me produce una gran alegría – y me da esperanzas, ya que a menudo se pone de manifiesto una extraña desconexión respecto del activismo en línea. Por un lado, la red es ahora tan común en nuestros espacios de cambio como una taza de chai (té), y gradualmente se ha convertido en parte del equipo de herramientas esenciales del activismo, incluso en un país donde la electricidad estable no es algo que se de por seguro. Por otro lado, el activismo en línea – y los/as activistas – todavía son vistos con escepticismo y desconfianza, se les desprecia y se les considera como menos legítimos/as que sus contrapartes fuera de línea.



Este pensamiento puritano y jerárquico me vuelve loca, ya que la “pureza” y la “jerarquía” son exactamente lo que estamos tratando de desmantelar a través de nuestro activismo. ¿Cierto? Purezas de casta, género y sexualidad que nos encierran en compartimentos en donde no encajamos. Que nos miran y nos etiquetan desde el exterior, de formas que no tienen sentido si se miran desde adentro hacia afuera, desde la vida que vivimos. Jerarquías que ponen otras necesidades, como las económicas, por encima de otras necesidades nuestras como mujeres o como seres sexuales. ¿No estamos luchando para lograr un mundo en el que el derecho de la mujer a una vida libre de violencia o a elegir a su amante o compañero sexual – de cualquier género – es tan importante como su necesidad de ganar lo suficiente? En otras palabras, ¿no estamos tratando de alejar nuestro pensamiento de lo “puro” y lo “jerárquico”? Y si es así, ¿por qué no desterrar también estos conceptos de nuestro pensamiento en torno al activismo?



Pequeñas subversiones pueden parecer pasos gigantescos en estos paisajes retorcidos. La mayoría de quienes respondieron a la encuesta dijeron que habían participado en campañas en línea y fuera de línea. ¡Hurra! Sus mayores preocupaciones tienen que ver con la privacidad y algunos aspectos de la seguridad, con que se pueda acceder a la información privada sin su conocimiento, y que los virus, etc., puedan causar daños técnicos. Alrededor del 40% de las personas encuestadas enfrentó agresiones sexuales y racistas, insultos y otras amenazas y comentarios violentos en línea – y aproximadamente el 40% sintió la falta de apoyo de los demás al intentar dar respuesta a esas amenazas (aunque este podría ser diferente del 40% anterior). ¿Cómo hicieron frente a esos problemas? No hay un patrón claro aquí. Algunos/as dijeron que recibieron ayuda técnica de otros/as, que denunciaron la situación, que abandonaron lo que estaban tratando de hacer, etc. Otros dijeron que ignoraron las agresiones, que bajaron las revoluciones o que siguieron haciendo lo que hacían. “Me importa un bledo”, dijo un activista. Ninguno/a dijo que había dejado de trabajar en línea como resultado de estos desafíos, lo que merece otro hurra.



La mayoría de los/as activistas de derechos sexuales dijeron que utilizan la red para buscar información que no se puede encontrar fuera de línea, para compartir información de forma rápida y amplia, o para trabajar en red en condiciones relativamente más seguras que cara a cara. En cuanto al tipo de información, el 74% busca documentos oficiales en línea; seguido por el 68% que busca información sobre los diversos tipos de violencia sexual. Alrededor del 57% busca investigaciones sobre sexualidad, información relacionada con LGBTIQ, materiales sobre otros grupos marginales, comunidades y prácticas sexuales, educación sexual, sexo prematrimonial, embarazo, aborto, anticoncepción, VIH/SIDA, enfermedades de transmisión sexual. Y cerca del 40% busca información sobre trabajo sexual – o cosas que podrían utilizar a nivel personal o social: sitios de citas, pornografía, pornografía blanda, erótica, servicios de escolta y salas de chat.



Buscar – y compartir –información puede parecer una forma tibia de activismo frente a salir a manifestar a las calles. Pero no olvidemos que la información ha sido el centro de algunas de las campañas más radicales por la justicia social, incluso en India. Pensemos en RTI, o Derecho a la Información, una ley que surgió en India desde el más humilde de los comienzos: al descubrir que el jornal de los trabajadores de la construcción se pagaba por debajo de lo establecido en la Ley del Salario Mínimo, los/as activistas accedieron a los datos del gobierno y demostraron que los contratistas registraban “salario completo” junto a cada nombre, cobraban el total del estado, se embolsaban una parte y pagaban menos a los trabajadores.



En cuanto a la sexualidad, el acceso y el intercambio de información es un acto tan radical como cualquier otro. Pensemos en el hambre de información que siempre hemos tenido en India en torno al sexo y la sexualidad. No, esas clases donde nos enseñaron tímidamente acerca del sistema reproductivo (sin hacer referencia al sexo) y la higiene menstrual no cuentan realmente como información adecuada. Y eso sólo para algunos/as privilegiados/as urbanos/as. ¿Y el resto? En India, la información sobre sexualidad siempre ha sido restringida de diversas formas: “bloqueada” por los padres, “regulada” por los políticos que no creen que la educación sexual deba llegar a las escuelas, “filtrada” por una sociedad que proporciona selectivamente sólo aquellos retacitos de información que respetan las normas sociales, y “supervisada” de varias maneras. Pensemos en cómo en la era de menos información o mayor silencio, los actos homosexuales eran considerados “contra el orden de la naturaleza”. Pensemos en la revocación de la sección 377 del Código Penal de India, que partió de una denuncia ciudadana que documentaba problemas con esa sección. (6) Esta denuncia brindó la información de base necesaria para empezar a cuestionar esa disposición.



En todo el mundo, internet ha sido un gran canal para acceder a la información que está en el corazón de los derechos sexuales. Tantos ejemplos, especialmente en torno a las sexualidades silenciadas. En Líbano, la creación de la página web gaylebanon.com fue un hito destacado en la organización de LGBTQI. En Sudáfrica, las personas trans obtienen en la red información sobre la cirugía de reasignación de sexo, incluyendo los riesgos y las experiencias de otras personas que ya pasaron por eso. En la República Democrática del Congo, los/as activistas se movilizaron en gran medida en la red para impugnar un proyecto de ley contra la homofobia – ese era el único lugar seguro. (7) Y en India, donde en muchos estados las escuelas no están autorizadas a impartir educación sexual, ¿a dónde acuden muchos/as estudiantes? A la red, por supuesto. ¿Y a dónde va la gente, al menos la que está conectada, para obtener sexo, intimidad o relaciones? A la red, por supuesto.



Cuatro años atrás, un estudio de EROTICS registró cómo las mujeres en India utilizan la red en diversas formas para expresar y explorar su sexualidad: desde subir fotos “sexy” a coquetear con extraños. (8) El manto de anonimato que brinda la red es vital para permitir estos experimentos y encuentros – en este contexto, el 74% de quienes respondieron a la encuesta estuvieron de acuerdo en que el anonimato es un componente crucial de la seguridad en línea. Al mismo tiempo, muy pocos/as (menos de una en cinco personas) consideran que los/as activistas de los derechos sexuales toman en serio las cuestiones de seguridad en línea o incluyen las amenazas y los riesgos en la evaluación general de la seguridad en línea.



Aunque los/as usuarios/as y activistas en India utilizan igualmente los espacios en y fuera de línea, los “derechos sexuales” y los “derechos en internet” siguen siendo esferas separadas. Tanto es así que, aunque los/as activistas usan la red para almacenar información personal, muchos/as no toman las precauciones necesarias para mantener a resguardo la información privada. Aunque un/a activista de los derechos sexuales obtenga gran parte de su información de internet, puede no participar en la lucha contra la censura para que ese flujo de información se mantenga libre y abierto. Y aunque el mundo en línea ofrece mucho más espacio para el discurso sexual que el mundo fuera de línea, a pocos/as activistas de los derechos sexuales se les ocurre pensar que la protección de la libertad de expresión en línea, incluyendo el discurso sexual, sea parte de su mandato.



Al contrario, los/as activistas de los derechos en internet que luchan por la libre expresión en línea no consideran a los/as activistas de los derechos sexuales como sus aliados/as. Los dos mundos están todavía demasiado separados como para mezclarse. Los/as activistas de los derechos en internet, que luchan para reducir los daños, la violencia y los abusos en línea, rara vez piensan que los/as activistas por los derechos de género, que hacen lo mismo que ellos/as fuera de línea, son sus “aliados naturales”. Los/as activistas contra la censura rara vez piensan que los grupos de libertades civiles o los documentalistas que luchan contra la censura en el mundo real son sus contrapartes. Los/as que trabajan para proteger el discurso sexual – incluyendo la pornografía – rara vez se basan en las conclusiones matizadas que los/as activistas de los derechos sexuales han desarrollado sobre este tema. No olvidemos que la pornografía ha existido siempre (el primer intento de prohibirla del que se tiene conocimiento fue en Roma alrededor del 1500) y que las mayores “guerras porno” se libraron sin conexión a internet.



En un sitio web leí recientemente la expresión ON = OFF, una abreviatura de en línea = fuera de línea. Me pareció profética, una fórmula para la forma en que vivimos ahora, no sólo en nuestro ámbito personal, sino también en nuestros espacios de activismo. “On” y “off” ya no son acciones binarias u opuestas, como prender o apagar la luz; hoy en día, están tan enredadas como un ovillo de lana formado a partir de dos madejas distintas. Circulamos entre los dos ámbitos sin esfuerzo, a veces más encendidos que apagados, a veces más afuera que adentro. Separarlos no parece tener sentido. Poner uno por encima del otro resulta muy confuso. Es como los “derechos de las mujeres” y los “derechos humanos”. Sí, hubo una vez en que estos dos no iban de la mano, pero, ¿es así como los vemos ahora? Nones. No intento estirar la analogía hasta el punto de quiebre, pero si existe un tiempo y un espacio en donde tenemos que juntar estas dos madejas aparentemente dispares – la sexual e internet – es ahora.



Imagen tomada durante el taller de EROTICS en India por CT de APC.



—-fin—-

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