Una especie de confesión feminista circula en las redes sociales e internet en general por estos días. La palabra feminista aparece con irreverencia en perfiles de Twitter, en posteos de Facebook, cada vez más y con una frecuencia inédita. La violencia machista, en todas sus formas, es señalada y a su vez ese “deber ser feminista” es dicho, enunciado, expresado y hasta comercializado (femvertising de por medio). Cada vez que se convoca a las calles el desborde es visible y esa participación se replica en el plano virtual a diario. Así, las demandas son trending topic cada vez que el activismo se lo propone y consignas como #AbortoLegal se cuelan en la agenda mediática que ya excede lo publicado en los medios de comunicación tradicionales. A dos años del primer “Ni Una Menos” (NUM) en Argentina, que llegó con nuevas narrativas sin pedir permiso, cabe preguntarse si la cuarta ola del feminismo se monta en esta alianza entre tecnología, redes sociales y cuerpos en las calles.

Una certeza: la cuarta ola viene a disputar sentidos y ejercer el “derecho a la aparición”, en términos de la filósofa feminista Judith Butler. “Cuerpos aliados” que se encuentran en un espacio público que no tiene fronteras físicas o materiales. Hoy el espacio público debe comprenderse más allá de las calles, plazas y asambleas: lo virtual también forma parte de ese lugar. A pesar de los machitrolls, la tecno violencia machista y el ensañamiento, que convierten a las redes sociales territorios hostiles para las mujeres y los cuerpos feminizados, esas mismas redes sociales habilitan la posibilidad de tejer alianzas, redes e incidir en los medios sin intermediarios, sin cupos ni legislaciones de paridad. Tramar red: uno de los más grandes potenciales del feminismo es posible en ese cruce. La limitación de la brecha digital se achica cuando el mensaje publicado en las redes llega al territorio, cuando se imprime el cartel convocando a la marcha.

A dos años del primer “Ni Una Menos” en Argentina, que llegó con nuevas narrativas sin pedir permiso, cabe preguntarse si la cuarta ola del feminismo se monta en esta alianza entre tecnología, redes sociales y cuerpos en las calles

"Las mujeres de la bolsa somos muchas y salimos de ellas para que no haya ni una menos", señala el texto de la escritora María Moreno "Mujeres de la bolsa". Un escrito fundacional que abrió la discusión para la síntesis de las tres palabras: “Ni Una Menos”. Un nuevo código que hizo más comprensible para muchxs más el lenguaje de la retórica feminista. Es “basta de femicidios” pero también un reclamo de pausa a todas las formas de opresión: desde la violencia más extrema hasta el trabajo no remunerado, invisibilizado como tal. Desde el aborto inseguro hasta el acoso callejero que se vive a diario. “Ni Una Menos” amalgama todas y cada una las violencias que viven las mujeres, las lesbianas, las travestis, las trans.

El texto de Moreno es la raíz del colectivo “Ni Una Menos” y la maratón de lecturas y performance contra los femicidios en la Biblioteca Nacional, el 26 de marzo de 2015. La convocatoria se motorizó tras el hallazgo del cuerpo de Daiana García el mismo día que se cumplían diez años de la desaparición de la estudiante neuquina, Florencia Pennacchi. Empezó a agitarse la fecha en Facebook y de ahí la jornada superó todas las expectativas. No es casual que quienes empujamos esta acción y fundamos “Ni Una Menos” somos, desde distintos lugares, trabajadoras de la palabra, obreras del lenguaje en distintos formatos y con diversos métodos. Si hubo una raíz en un intercambio de escritos, también hubo tierra fértil para que creciera: la historia del movimiento de mujeres en Argentina como columna vertebral y la robustez que dieron tres décadas de Encuentros Nacionales de Mujeres.

Después de esa maratón de lecturas, el femicidio de Chiara Páez en Rufino, Santa Fe, volvió a empujar una nueva convocatoria que se cristalizó para el 3 de junio de ese mismo año y se activó, con mayor fuerza, a través de Twitter. Se multiplicaron los flyers, las convocatorias, los diversos dibujos de ilustradores que se sumaron a convocar. “Ni Una Menos” nace como colectivo, pero también como lema y movimiento social.

Así se potencian en NUM una combinación de alianzas insólitas y estratégicas que empodera: la tenacidad y perseverancia en el tiempo de las históricas militancias feministas, un marco teórico sólido, el activismo constante y el poder de caja de resonancia de las redes sociales. En esa alquimia, el dominio de las nuevas tecnologías es clave para el empoderamiento feminista. Si no se entiende al feminismo como una construcción dinámica, el riesgo que se sea devorado por el patriarcado es mayor. La vitalidad del feminismo está en ese dinamismo que politiza el uso de las tecnologías sin perder de vista el horizonte, ni el linaje ni la genealogía.

La combinación disputa sentidos

Ocurrió con la idea de “paro” histórica y hegemónicamente asociada a los ámbitos sindicales, a los varones, fue reapropiada por las mujeres de todo el mundo este último 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, con una acción global.

Al tiempo, se abre la posibilidad de decirse feministas para muchas. En Argentina, no hay dudas que, desde aquel 3 de junio, se salió del gueto del activismo. Fue la primera vez que una demanda de este colectivo ocupó el espacio público de manera masiva y multitudinaria. Y ese concierto de cuerpos significó una apertura y también habilitó la palabra.

Las flechas de las críticas apuntaron hacia lo consolatorio de la acción pero el corte temporal evidencia que no se trata de pura retórica y la ampliación feminista se traduce en desbordes, en manifestaciones, pero también en saldos organizativos políticos. La irrupción de “Ni Una Menos” derramó en organización en sindicatos, espacios universitarios, barriales, territoriales. Triplicó la participación del Encuentro Nacional de Mujeres que vino después y significó una baja de la tolerancia a la violencia machista, que queda plasmada en el aumento de denuncias.

La retrospectiva, a su vez, demuestra que “Ni Una Menos” desbordó los límites geográficos de la Argentina. Tras el primer #3J, la marea feminista no paró de crecer y cada una de las intervenciones en la calle tuvo su explosión también en las redes sociales: el #7N en España; el #24A en México estuvo acompañado con una acción virtual en la que participaron casi 100 mil mujeres bajo el hashtag #MiPrimerAcoso; el #1J en Brasil se apoyó en la fuerza de #PrimeiroAssédio y #EstuproNaoECulpaDaVitima; el #3J2016 en Argentina; el 13 de agosto de ese año se hizo “Ni Una Menos Perú”; el 3 de octubre en Polonia hubo un paro contra la criminalización del aborto; el 19 de octubre de 2016 fue el primer paro de mujeres en Argentina; el #26N en Italia hubo “Non Una Di Meno”; para 2017 la Women´s March inauguró la era Trump el 21 de enero y el #8M Paro Internacional de Mujeres reunió a más de 50 países en todo el mundo.

“Ni Una Menos” llegó para democratizar un mensaje. En estos dos años, la acción callejera demuestra que no hay fronteras y puede seguir expandiéndose

En el medio, la injusta detención de Belén en la provincia de Tucumán, Argentina, provocó una campaña en redes que logró instalar el caso. La joven estuvo presa casi 900 días acusada de un crimen que no cometió después de tener un aborto espontáneo. Desde que su caso salió a la luz, el feminismo logró empujar su libertad en un plazo de cuatro meses y obtener, luego, su absolución. El caso de Belén puso por primera vez una campaña en relación con el reclamo de aborto legal en Twitter como tendencia durante ocho horas y media. La iniciativa partió de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. La historia de la chica encerrada se convirtió en múltiples hashtags, videos, gifs, flyers. Y en intervenciones institucionales concretas, como la acción urgente de Amnistía Internacional de la Argentina. También se tradujo en una movilización federal para reclamar por su libertad en agosto.

En cada una de las multitudinarias acciones callejeras de los últimos tiempos, las nuevas tecnologías tuvieron roles fundamentales para convocar y también para acortar distancias entre diversas latitudes. Para darle forma al primer paro de mujeres en Argentina, desde el colectivo “Ni Una Menos” se convocó en las redes a una histórica asamblea en el patio de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) de la que participaron más de 300 mujeres que decidieron hacer un cese de actividades durante dos horas y marchar a la Plaza de Mayo tras la represión en el Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario y el brutal femicidio de Lucía Pérez en Mar del Plata. De lo virtual al encuentro asambleario y de ahí a las calles.

El articulado de cara al Paro Internacional de Mujeres se dio en Argentina también en dos planos: el intercambio virtual de referentes de cada uno de los países que conectaron a través de un grupo cerrado en Facebook y las masivas asambleas que en Ciudad de Buenos Aires se hicieron en la Mutual Sentimiento y más de 70 espacios asamblearios en todo el país.

“Ni Una Menos” llegó para democratizar un mensaje. En estos dos años, la acción callejera demuestra que no hay fronteras y puede seguir expandiéndose, pero entre la atmósfera feminista que se vive en redes y las demandas que se exigen a los Estados, sigue habiendo un hiato. En ese hueco que deja la falta de atención a una problemática estructural, se solidifican las violencias machistas que hoy son más reactivas y feroces. Otro de los problemas que aparece es que esa demanda no sea interpretada por los sectores más conservadores como exigencias de penas más duras o respuestas que vengan de la mano del Código Penal. El desafío es seguir dotando de sentidos ese lema, ese colectivo y ese movimiento social. Y eso produce ansiedad. La tranquilidad es que a pesar de la persistencia de la crueldad de la violencia machista, la respuesta ha sido siempre más feminismo.

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