Participantes del encuentro “Imaginar una internet feminista en el Sudeste Asiát

Image description: Women and girls sitting on floor, at the Imagine a Feminist Internet South East Asia regional convening. Image source: Foundation for Media Alternatives, Philippines

¿Cuándo fue la última vez que soñaste despierta y pasaste horas imaginándote ideas poco realistas? Como feminista, ¿te sientes continuamente abrumada por los problemas del mundo? ¿Te cuesta hacerte un tiempo para fantasear y soñar despierta?
Sin dudas la imaginación ha sido fundamental en la historia de la tecnología. Ada Lovelace, la matemática y escritora inglesa que vivió de 1815 a 1852, concibió la potencial aplicación de la original máquina de cómputos conocida como máquina analítica más allá de los cálculos e incluso publicó el primer algoritmo diseñado para ser utilizado como programa en una máquina de ese tipo. Hedy Lamar, muy conocida como actriz de cine, aunque no como inventora, concibió durante la Segunda Guerra Mundial la ambiciosa idea de crear una señal con salto de frecuencia que no se pudiera rastrear o interferir. Esta tecnología fue incorporada posteriormente al wifi, Bluetooth y CDMA. La programadora e ingeniera de redes estadounidense Radia Perlman, logró imaginar las redes Ethernet e inventó el protocolo de árbol de expansión (STP, por su sigla en inglés), que constituye la base del funcionamiento de los puentes de red.

Estas asombrosas historias de mujeres fueron relatadas en el reciente taller “Imaginar una internet feminista en el Sudeste Asiático+” (IFI-SEA+, por sus siglas en inglés) realizado en Kuala Lumpur, Malasia, del 14 al 16 de noviembre de 2019, y organizado por The Foundation for Media Alternatives (FMA) y EMPOWER-Malaysia, con el apoyo de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) y de Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI). Este taller, que se extendió durante tres días de fructíferos debates y ponencias motivadoras, no solo reveló la historia no contada del desarrollo de la tecnología de la información, sino que también generó un espacio informativo y seguro para que las feministas jóvenes de la región imaginaran su futuro con la tecnología de la era digital.
En la sesión dedicada a “imaginar una tecnología feminista” cada grupo de participantes recibió tres tarjetas. Dos eran tarjetas de objetos como un par de lentes, una bicicleta, un sombrero, un vibrador y similares. La tercera era una tarjeta con un valor feminista, como sostenibilidad e igualdad. La tarea de los distintos grupos consistía en diseñar, con los dos objetos de las tarjetas que les tocaron, una tecnología feminista impulsada por el valor de la tercera tarjeta, a fin de alcanzar el futuro que quieren hacer realidad.

Los debates resultaron increíbles. Uno de los grupos propuso una impresora 3D con diseños de juguetes sexuales de código abierto que utilizara materiales reciclados de modo de hacer posible el placer sexual en sus diversas manifestaciones sin contaminar el medioambiente. Otro grupo planteó un teléfono que pudiera seleccionar y subir imágenes con olor a internet para poder compartir también los estímulos olfativos. La idea de las inventoras era que pudiera ser utilizado para promover el bienestar. Otra de las propuestas fue un casco que pudiera cifrar las expresiones físicas de género de las usuarias cuando están en público, para así protegerlas del acoso y la discriminación potenciales. También se ideó un sombrero contra la intolerancia, programado para descargar historias y recuerdos feministas colectivos al espacio cerebral y cognitivo de quienes lo usen. Se presentó incluso un cinturón antimonopolio que impediría que las personas monopolicen las economías, deteniendo automáticamente al usuario que estuviera ocupando demasiado espacio. Durante el intercambio de estas fantásticas ideas el salón estuvo desbordado de risas y de asombro ante la creatividad y capacidad innovadora de cada una de las participantes.

Uno de los grupos propuso una impresora 3D con diseños de juguetes sexuales de código abierto que utilizara materiales reciclados de modo de hacer posible el placer sexual en sus diversas manifestaciones sin contaminar el medioambiente.

Se aplicaron prácticas similares enfocadas en una diversidad de cuestiones propias del movimiento feminista durante todo el taller, en consonancia con el título: Imaginar una internet feminista. Se plantearon algunas preguntas básicas, pero fundamentales, como “¿qué es un movimiento?”. Concebimos e imaginamos el movimiento en el que hemos estado participando y lo manifestamos con diversas expresiones artísticas, en lugar de destinar horas a jugar con el lenguaje. Estas manifestaciones visuales fueron tan potentes que pudimos conectarnos fácilmente entre nosotras, a pesar de venir de contextos diferentes.

También intercambiamos pensamientos que reflejaban nuestra conversación sobre la innovación y la creatividad: “¿Qué otras formas de organizarnos fuera del capitalismo imaginamos?”. Me impresionó mucho algo que dijo nuestra facilitadora Jac en esta sesión: “Nunca antes hubo un momento en que pudiéramos dirigir un tuit directamente a nuestros jefes de estado. Internet ha cambiado el concepto de espacio público. Existe una nueva sensibilidad ante la temperatura del discurso y la cháchara porque nuestras autoridades están más cerca de nosotras y nosotras de ellas”. La palabra “discurso” refleja las realidades feministas en el Sureste Asiático.

“¿Qué otras formas de organizarnos fuera del capitalismo imaginamos?”.

Las feministas están aprovechando su creatividad para organizarse como activistas en el espacio digital; además, están jugando un papel más influyente en el proceso de promover la democracia en algunos países de la región, como Malasia, algo que no era usual hace diez años. Al mismo tiempo, las feministas, especialmente las jóvenes que crecieron en la era digital, están cuestionando el concepto general de activismo y activista. La mayoría de las participantes de este taller son feministas jóvenes de menos de 35 años y muchas de ellas se ven a sí mismas como personas y disfrutan de su actual rol y estatus independiente en el movimiento feminista. Una de las mayores preocupaciones que se plantearon a lo largo del taller fue cómo valorar el aporte de las activistas individuales y cómo asegurar que puedan asumir como propio el activismo. También ¿cómo reconocer y lograr la participación de lxs mujerxs - es decir, de las mujeres, cualquiera sea su raza o identidad de género - que no se sienten feministas dentro del activismo? Cuando analizamos la participación de las mujeres en el desarrollo tecnológico de la región nos dimos cuenta de que hay un número creciente de mujerxs que trabajan en la industria de la tecnología de la información, son emprendedoras sociales o trabajan para el gobierno como expertas. Pero no las conocíamos y en la mayoría de los casos no se las consideraba parte del activismo.


Image description: Women and girls sitting on floor and on chairs at Imagine a feminsit internet regional convening in South East Asia. Image source: Foundation for Media Alternatives, Philippines.

Si hubiera que resumir el taller en una palabra esta sería imaginación. Imaginamos un movimiento en el que las personas puedan conectarse en pos de metas compartidas y en el que la tecnología sea impulsada por valores feministas. Imaginamos estrategias alternativas para impulsar el movimiento feminista en la era digital, reconociendo y valorando roles y aportes individuales dentro de un movimiento. Imaginamos proyectos innovadores para lograr el movimiento que queremos, aprovechando los potenciales recursos y tecnologías. Sobre todo, tuvimos la oportunidad de tomarnos la imaginación en serio, inspiradas por la imaginación de las demás y empoderadas por la nuestra. Para mí, se trata de la forma más poderosa de resistencia que las feministas jóvenes han aportado al activismo en la región.

Sobre todo, tuvimos la oportunidad de tomarnos la imaginación en serio, inspiradas por la imaginación de las demás y empoderadas por la nuestra. Para mí, se trata de la forma más poderosa de resistencia que las feministas jóvenes han aportado al activismo en la región.

Estaba escribiendo este artículo cuando surgió el brote del nuevo coronavirus, otro virus que era inimaginable. Si bien las autoridades de China intentaron censurar internet para manipular el discurso sobre el brote epidémico con el pretexto de contener el pánico, el público nunca dejó de romper el silencio y de apelar a la verdad con infinidad de estrategias creativas. Quizá esta sea la realidad que encaramos a diario: el desarrollo de la tecnología genera la ilusión de que vivimos en un mundo donde controlamos todo, pero las catástrofes y calamidades nos siguen poniendo frente a frente con nuestra ignorancia. Por suerte nunca perdemos la capacidad de imaginar, que constantemente nos ofrece posibles soluciones, al tiempo que nos conforta con un futuro feminista posible. Esta situación me recuerda constantemente las palabras de Dickens: “Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, era el siglo de la locura, era el siglo de la razón, […] era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, lo teníamos todo, no teníamos nada”.


Image description: Group photo at Imagine Feminist Internet regional convening in South East Asia. Image source: Foundation for Media Alternatives, Philippines

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