El salón se colmó de mujeres de entre 17 y 45 años. Llegaron temprano, se anotaron rápido y ni bien tuvieron la carpeta con la documentación del taller en la mano comenzaron a mirar los materiales con interés. El telecentro local en un barrio de Bogotá ofrecía una jornada de capacitación especial para mujeres y no era cuestión de perdérsela. ¡Tanto tiempo viendo de lejos las computadoras, tanto tiempo escuchando a sus hijos hablar de Internet y de las posibilidades de comunicarse con otras personas utilizando estas nuevas tecnologías de la información y la comunicación! ¡Al fin se acordaban de ellas! El entusiasmo de las mujeres se palpaba en el salón y fue creciendo a lo largo del día de trabajo a medida que se avanzó en la discusión del temario y se realizaron las primeras ejercitaciones a partir de sociodramas creados por ellas mismas.





¿Por qué es necesario realizar acciones positivas en materia de género y nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)? ¿Acaso las mujeres no han avanzado lo suficiente en la sociedad moderna como para poder encarar nuevas temáticas y nuevas habilidades tecnológicas sin ayuda especial de nadie? Durante demasiado tiempo el mito de que las mujeres sufren de una aguda tecnofobia permeó los discursos simplificando una relación más compleja, atravesada por mandatos culturales, expectativas de rol y conductas socialmente aceptadas o criticadas que a lo largo de la vida de nuestras sociedades han marcado a hombres y mujeres reduciendo sus opciones de desarrollo personal, laboral e intelectual y su participación política y social. El acceso a las TIC y a la utilización adecuada de las mismas no ha quedado fuera de esta concepción. Es más, varias investigadoras del tema hablan de la tecnología de la computación y de las TIC como un nuevo “club de hombres”, donde los códigos que se manejan son esencialmente masculinos y la adaptación a los mismos pareciera ser la norma para lograr un lugar en este nuevo mundo tecnológico.



Se observó en un telecentro barrial, donde se desarrollaba un programa de capacitación para jovencitos de ambos sexos que habían abandonado la escuela, que apenas un 5% de las participantes eran mujeres. Por lo general, las jovencitas mantenían un papel muy pasivo. Se sentaban al lado de algún joven y lo veían navegar por Internet, chatear, completar ejercicios, crear figuras. Festejaban sus logros, conversaban, reían de sus bromas, pero no tenían ninguna participación activa de interacción con la computadora. Mirando el entorno del telecentro, se podía ver que los encargados de la capacitación eran todos varones. Las dos mujeres que se desempeñaban en él realizaban tareas de recepción y de limpieza, sin acceso a las computadoras. Las jovencitas que concurrían al lugar lo hacían soportando las críticas de sus familias y de su entorno que consideraban que el telecentro estaba lleno de “vagos” e “incapaces” que no sabían darle un rumbo a sus vidas. Si bien los cursos eran muy buenos y los encargados se esforzaban por lograr una buena capacitación de sus alumnos, la cultura circundante estaba marcando fuertemente toda su tarea. ¿Qué hacer para provocar cambios sustanciales?



La aproximación al trabajo sobre género y TIC involucra una comprensión de las relaciones de poder en la sociedad. Este reconocimiento implica la toma de conciencia de las relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres, norte y sur, ámbito urbano y ámbito rural, conectados y no conectados – en comunidades locales, países soberanos y en la escala mundial. Cuando consideramos la forma en que mujeres y hombres utilizan las TIC debemos tener en cuenta la diferencia entre acceso y control. El acceso es la oportunidad de hacer uso de las TIC, lo cual significa no sólo tecnología, sino también información y conocimiento. El control se refiere al poder de decidir cómo se usan las TIC y quien accede a ellas. Incluye decidir sobre el tipo de tecnología a utilizar, la manera en que se constituirán los flujos de información y quienes son los que conforman los contenidos de la información y la comunicación electrónicas.



El acceso de las mujeres a las TIC y su control sobre ellas (o ausencia de control) depende de muchos factores. La discriminación de género en el trabajo y la educación, la clase social, el analfabetismo, la ubicación geográfica (norte o sur, urbana o rural) influyen sobre el hecho de que la gran mayoría de las mujeres del mundo no tenga acceso a las TIC y tenga menos probabilidades de acceso que sus pares varones. Además, allí donde hay acceso disponible, los programas de capacitación deberían centrarse no sólo en el uso de la tecnología y del software, sino también en como encontrar, manejar, producir y difundir información y cómo desarrollar estrategias para intervenir con eficacia en este nuevo medio y hacer uso de él. También habrá que trabajar para derribar las barreras culturales y de género que dificultan el acceso de las mujeres a carreras tecnológicas, y para lograr un diseño de software diferente, dado que muchas veces éste no responde a las necesidades de mujeres y niñas. En un estudio realizado en Estados Unidos con niñas en los últimos grados de la escuela primaria, se comprobó que ellas rechazaban los juegos computarizados más apreciados por los varones por considerarlos violentos, repetitivos y aburridos. Como propuesta, las niñas consideraron que les era más interesante trabajar con juegos donde la simulación, el uso de estrategias para llegar a la solución de un problema y la interacción fueran aspectos claves de los mismos. El estudio concluyó que las niñas deberían ser animadas a producir contenidos desde pequeñas e incluso software, teniendo en cuenta sus necesidades e intereses para participar así activamente en la sociedad de la información.



En la perspectiva feminista, las mujeres no son consideradas meras usuarias de TIC, sino que estas tecnologías adquieren una importancia estratégica para la articulación, el intercambio de información, la promoción de acciones positivas y el trabajo a favor del avance de los derechos de las mujeres. Las mujeres se ven animadas a utilizar sus habilidades analíticas, sus conocimientos de computación y un uso innovador de la tecnología para alcanzar sus metas.



Durante el taller con las mujeres del telecentro local en un barrio de Bogotá, el acercamiento a las TIC permitió develar muchas de las dudas, miedos e inseguridades que las mujeres sentían frente al acceso a la computadora y a las TIC. Fue importante para ellas hablar sobre las barreras educativas, culturales y sociales que les impedían sentirse seguras y capaces de entablar una relación positiva con esta nueva tecnología. Lo interesante fue que en esa primer jornada no tocaron una computadora pero juntas, compartiendo sus saberes y experiencias cotidianas, asumiéndose como mujeres con fortaleza como para enfrentar tantas situaciones duras de la vida, reconocieron que estaban en condiciones de apropiarse de las TIC, ir más allá del mero uso de una computadora y reconocerse como sujetos de comunicación con mucho por hacer a favor de su propio desarrollo personal y por el avance de su comunidad.



Bibliografía

Metodología de evaluación con perspectiva de género para proyectos TIC (GEM): www.apcwomen.org/gem

AAUW, Tech-Savvy: Educating Girls in the New Computer Age, 2000




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