Según el sitio web internetworldstats, que ofrece información actualizada sobre el uso de internet en el mundo, Argentina es uno de los países más conectados de Latinoamérica con casi 80% de conectividad, incluyendo telefonía móvil, junto con Chile y Ecuador. Este contexto que parece propicio para el acceso a las redes no es en sí mismo un índice que asegure un uso igualitario de las tecnologías entre mujeres y varones.

La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) informa que en varios países se equipara el acceso a internet entre mujeres y varones, pero estamos en desventaja con respecto a su uso. La tasa promedio de las mujeres es de 8.5% menor a la de los varones. Es decir, la brecha digital de género se refleja en que las mujeres, a pesar de tener posibilidades de acceso a las tecnologías, sufrimos otros factores que inciden sobre la posibilidad real de su uso.

Las razones para que esto ocurra son variadas: desigualdad laboral (el efecto “techo de cristal”), niveles educativos más bajos, escaso desarrollo de habilidades en el uso de tecnologías de información y comunicación, falta de presencia de las mujeres en la producción de contenidos digitales, vínculos limitados con el mercado laboral debido al alto grado de trabajo informal, doméstico.

Aún hoy, pasados 20 años, la brecha digital por motivos de género nos sigue expulsando de una posibilidad real de participación, decisión y liderazgo sobre las tecnologías y un control de nuestra imagen en ellas. No sólo en los espacios de poder de estas tecnologías abunda la mirada masculina, también son en su gran mayoría varones quienes manejan el mundo digital de la programación, diseño de software, análisis de sistemas y de los hackers.

La brecha digital por motivos de género nos sigue expulsando de una posibilidad real de participación, decisión y liderazgo sobre las tecnologías y un control de nuestra imagen en ellas

Esto trae como consecuencia discriminación de género y acceso no igualitario a determinados espacios laborales. Refuerza, además, estereotipos y mitos – tales como que “las mujeres no somos buenas con la tecnologías”- absolutamente irreales. No hay nada en nuestra biología que nos impida relacionarnos con conocimientos y prácticas tecnológicas – y aunque suene extraño, a veces es necesario recordarlo-. Hemos manejado cientos de tecnologías históricamente en el ámbito del hogar, somos usuarias cotidianas de las redes sociales, teléfonos móviles, computadoras, etc, y estamos lentamente ocupando espacios tradicionalmente masculinos relacionados a entornos digitales y con mucho éxito.

Ciberfeminismo y la expresión de las mujeres en la web

¿Es posible combinar feminismo, tecnologías y política? Según el Manifiesto Cyborg de Donna Haraway, el ciberfeminismo es “una forma de expresión y activismo feminista que utiliza como medio las tecnologias de información y comunicación y la WEB 2.0. No es estanco, sino que trasciende fronteras y prácticas sociales establecidas, es decir, es algo real y no solo virtual. Es una forma de expresión, porque abarca desde las teorías feministas hasta las creaciones artísticas más variadas. Es un tipo de activismo, ya que gracias a su alcance y rapidez ha logrado constituirse en una forma y herramienta para llegar, mostrar y crear conciencia crítica a millones de mujeres.”

Desde su perspectiva, plantea un espacio virtual como posibilitador de una construcción, redefinición y reivindicación de nuevas configuraciones identitarias. Un “yo colectivo” que crea una nueva identidad en un nuevo espacio de relación que es la red. Una identidad colectiva feminista y heterogénea. Un emergente que podemos visibilizar como estallido, a la luz de movimientos como los de #Niunamenos y #VivasNosQueremos, pero que también se expresa en otras causas sociales con perspectiva de género, menos masivas quizás pero igualmente necesarias, sobre temáticas de la agenda feminista (legalización del aborto, acoso callejero, justicia para mujeres víctimas de violencias de género, presas políticas, reivindicación y visibilización de disidencias sexuales, etc).

Abundan las desigualdades, las mismas discriminaciones y violencias que vivimos fuera de la red y una jerarquización de poder manejada por los grandes mercados y grupos económicos que lideran el mundo

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Ese espacio virtual donde se expresa y vive el ciberfeminismo es, al mismo tiempo, un espacio hostil. internet no es como alguna vez la soñamos: neutral, democrática, desjerarquizada, posibilitadora de nuevas voces y saberes. Por el contrario, todo esto se mantiene en los márgenes y abundan las desigualdades, las mismas discriminaciones y violencias que vivimos fuera de la red y una jerarquización de poder manejada por los grandes mercados y grupos económicos que lideran el mundo. Los mecanismos de poder son también allí patriarcales y colonialistas.

Es desde esa misma arena virtual que el ciberfeminsmo se planta para construir otros discursos posibles, otras líneas de acción, otra agenda temática, otra mirada sobre el mundo: feminista e – ineludiblemente – política.

Por el sólo hecho de ser mujer

La Cope es una humorista e historietista argentina que sube sus producciones a Facebook, con casi 500 mil seguidores. En los primeros días de diciembre publicó una historieta que recibió cientos de comentarios y memes en su contra, violentos, machistas y con un alto grado de violencia de género. Porque no fue una agresión sólo en desacuerdo a lo que expresaba su dibujo, de índole ideológico, sino una total intolerancia al hecho de que había sido creado por una mujer, mostrando personajes y voces de mujeres y diciendo cosas que algunas personas prefieren que las mujeres no digamos pero que si, quizás, las expresa – o dibuja – un varón, con personajes masculinos, están legitimadas y aceptadas socialmente.

La dibujante, luego de hacer pública la agresión sufrida escribió una carta de descargo dirigida a los trolls que se dedicaron a la violencia en línea contra ella, contando todo el malestar psicológico que esto le generó.

Este es sólo un ejemplo de violencia y acoso en línea. Hay miles de mujeres del mundo entero que sólo por el hecho de ser mujeres, estar en las redes y tener voz propia, sufren las mismas violencias por motivos de género con las que convivimos en el espacio público y privado.

Relaciones desiguales de poder que habitan – también – en el espacio digital, expresan el dominio de una cultura machista arraigada, naturalizada y limitan nuestras libertades fundamentales

Amistades falsas en Facebook, hostigamiento, amenazas, vigilancia, insultos sobre el aspecto físico, elección sexual, robos de identidades, cyberbulling, difusión de videos e imágenes sin consentimiento, acoso digital, pedofilia, abusos, son algunas de las violencias que sufrimos en las redes. Nos imposibilitan la capacidad de ejercer plenamente nuestros derechos, de manejarnos libremente en las redes, nos llevan al miedo, a la angustia y a la autocensura. Relaciones desiguales de poder que habitan – también – en el espacio digital, expresan el dominio de una cultura machista arraigada, naturalizada y limitan nuestras libertades fundamentales.

La utopía de una internet feminista

¿Podemos pensar en la utopía de una internet feminista, que nos asegure y ofrezca libertades, una equidad real entre géneros, un espacio de expresión seguro, un terreno de lucha para lograr conseguir más derechos fundamentales, donde no prevalezca la mirada masculina del mundo, donde todas las identidades sexuales y colectivas estén presentes?
¿Podemos trabajar para lograr juntas un futuro en el que los entornos digitales y/o internet sean un lugar seguro, de empoderamiento de las mujeres y resistencia contra el patriarcado y que, además, esté a nuestro alcance la posibilidad de crear y acceder a ellos?

Desde el portal de noticias de género Genderit.org propusieron 15 principios feministas para internet, como un faro a donde apuntar y como una propuesta en constante proceso de construcción. Allí se plantea que necesitamos poder pensar y trabajar para lograr que internet sea un espacio de garantía y ejercicio de derechos, sin violencias, sin misoginia, igualitario y libre.

Es imprescindible poner en discusión la gobernanza digital con mirada de género, entre los Estados, las empresas, la sociedad civil, las organizaciones sociales

Para esto, es imprescindible poner en discusión la gobernanza digital con mirada de género, entre los Estados, las empresas, la sociedad civil, las organizaciones sociales. Que los Estados puedan, paralelamente y mediante políticas públicas, garantizar la autonomía económica de las mujeres, aumentar su participación en el mercado laboral, reconocer el trabajo no remunerado, evitar las brechas salariales y la división sexual del trabajo, para lograr así un igualitario acceso y uso de las tecnologías.

Mientras tanto, el ciberactivismo colabora con las consignas feministas latinoamericanas de organización y autodefensa, dentro de un territorio virtual que nos discrimina, violenta y expulsa, pero también donde nos hacemos lugar – lentamente y en condiciones desiguales- , para dar batalla, nos organizamos, nos encontramos, nos enredamos juntas y estamos en resistencia. Nada que no sepamos hacer en el mundo real que habitamos todos los días.

Foto: EnREDando

*Parte de la nota realizada en el marco del proyecto “Derechos de internet” de Nodo Tau y publicada en EnREDando, Rosario, Argentina.

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